Nuestra Cultura

Nuestra cultura
Parte de un poema del español Jorge Manrique dice que, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor. Sentimos nostalgia de nuestras raíces y nuestra tierra. Siempre hay un antes de dejar nuestro país y un después. Reflexiones para la homilía Los inmigrantes tienen por lo general un fuerte sentido de pérdida; han perdido mucho de lo que querían al dejar atrás casa, familia, amistades y el país propio. Sienten nostalgia de lo anterior y a veces idealizan lo que era aquello y lo comparan con la vida más dura que llevan luego de dejarlo. “Aquí no hay tiempo para las amistades… allá todo el barrio vivía unido… aquí todo es trabajo y trabajo… allá las casas de allá eran más lindas y distintas”. Es verdad que muchos emigraron buscando una vida mejor; pero en realidad, la vida mejor se traduce en oportunidades de educación y trabajo para sus hijos, más que en una vida mejor para ellos. Hoy las lecturas hablan de una vida nueva y distinta, infinitamente mejor que la dejada atrás. Nicodemo pregunta cómo se puede renacer y sobre una vida del espíritu que tiene poco que ver con el lugar donde vivimos o el trabajo que hacemos. Se trata de una nueva creación, donde se alcance la igualdad y la justicia para todos los hijos de Dios. Se trata de una vida nueva en Cristo, que nos libera por su cruz y resurrección de todo lo que nos ata a nuestra vida antigua. Se trata de ser personas nuevas, que viven de cara a Dios y no a nosotros mismos ni a lo que tenemos, el poder que queramos o las posesiones que podamos adquirir. Se trata de una vida que tiene mucha más alegría en Cristo, que ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia. Se nos invita a hacer otra migración, pero esta es espiritual. Es una migración interior. Hacerlo significa simplemente retomar las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás y a todas sus obras vacías y sus promesas, y seguir siempre a Jesús. Es un viaje espiritual de liberación: del egoísmo a la generosidad, de las adicciones a la libertad, de la mentira a la verdad, de la injusticia con nosotros mismos y los demás a la justicia, de la irresponsabilidad en el trabajo y la familia a la responsabilidad por el bien común, de la envidia al reconocimiento de todas las bendiciones que tenemos y al agradecimiento, de la soledad al sentido de comunidad, y de la tristeza al gozo por la vida nueva que se nos ofrece en Cristo.
Para la reflexión
¿Qué ataduras tengo? ¿A qué nueva tierra interior querría ir? ¿Cómo pienso en ese nuevo espacio de libertad? ¿Qué tendría que hacer hoy para dar un paso en esa dirección?

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