REFLEXION DOMINICAL / SUNDAY REFLECTION
Nuestra cultura
Se habla mucho hoy día de la descristianización y secularización de países que en otros tiempos eran
cristianos. A menudo eso es una consecuencia del materialismo, que podría hacer pensar a algunos
que no necesitan a Dios.
Reflexiones para la homilía
En un mundo que parece tener remedios para todo, a veces podríamos estar poniendo nuestras esperanzas en la ciencia o en la política, para remediar nuestros males. Cuando la política no funciona podríamos frustrarnos o desilusionarnos. El problema es que quizá hayamos puesto nuestros ojos en lo que no puede responder totalmente a nuestras preguntas e inquietudes más profundas. Siempre buscaremos algo más que lo puramente material, que se acaba y quizá nos da un momento de placer, pero no lo que sabemos dentro de nosotros mismos que nos hace felices. Quizá en el pasado pensábamos, o nuestros padres, abuelos y maestros así nos lo dijeron, que Dios castigaba las malas acciones. Vemos hoy, sin embargo, que la infelicidad no es tanto un castigo de Dios sino una consecuencia natural de alejarse de él. Solo Dios es la fuente de alegría, vida y felicidad. El vivir como si Dios no existiera, apoyándose en dioses falsos como dinero, prestigio, política o progreso material conduce solo a una sensación terrible de desierto y vacío. Ese es el verdadero castigo, que no viene realmente de Dios, sino como consecuencia natural de haberse alejado del camino; y lo que es cierto, individualmente, lo es también para la sociedad en general. Vemos a diario las consecuencias de la ambición, la avaricia, el egoism y la competitividad. Se traducen en pobreza, recesión, luchas internas e incluso guerras. Estos no son castigos de Dios, sino frutos del pecado. El pecado es lo que aleja de Dios y tiende redes de esclavitud.
Our Culture
A lot is said today about the de-Christianization and secularization of countries that were Christian in previous times. This is often a consequence of materialism which could lead some to think that they do not need God.
Homily Reflection
In a world that seems to have a remedy for everything, sometimes we may be placing our hopes on science or politics, to remedy our maladies. When politics does not work, we may become frustrated or disillusioned. The problem is that perhaps we have placed our sight on what cannot respond totally to our most profound questions and restlessness. We will always look for something more than the purely material, which comes to an end and perhaps gives us momentary pleasure, but inside we know it is not what makes us happy. Perhaps in the past we use to think that God punishes evil actions, or maybe our parents, grandparents or teachers told us this; however, today we see that unhappiness is not so much a punishment from God as it is a natural consequence of growing away from him. Only God is the source of joy, life, and happiness. To live our lives as if God did not exists, leaning on the false gods of money, prestige, politics or material gains only leads to a terrible sensation of feeling deserted and empty. This is the true punishment, which really does not come from God, but as a natural consequence of having abandoned his way; and what is true for the individual is also true for society in general. Daily, we see the consequences of ambition, avarice, selfishness, and competitiveness. They translate into poverty, recession, internal battles, and even wars. These are not punishments from God, but the fruits of sin. Sin is what removes us from God and traps us in slavery.
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