El Pecado Original

EL PECADO ORIGINAL

La causa de mal en el mundo es el pecado. El Diablo y los demonios fueron creados por Dios, pero ellos mismos se hicieron malos porque cometieron el gran pecado de rechazar a Dios. Inmediatamente fueron lanzados al infierno, condenados para siempre.

Por su pecado tienen odio Dios y envidia a los hombres. Por eso tentaron a Adán y Eva, nuestros primeros padres, diciéndoles que, si desobedecían a Dios, serian como dioses y conocerían el bien y el mal.

Adán y Eva se dejaron engañar por el demonio y desobedecieron a Dios. Este fue el primer pecado en la tierra: el pecado original, y por todos los descendientes de Adán y Eva, excepto la Santísima Virgen María, venimos al mundo con el pecado original en el alma, y con las consecuencias de aquel primer pecado, que se nos transmite por generación.

¿Por qué existe el mal y la muerte?

Existe el mal y la muerte por la envidia del Diablo, que es malo y mentiroso, y por el pecado de nuestros primeros padres.

¿Quiénes fueron nuestros primeros padres?

Nuestros primeros padres fueron Adán y Eva, y de ellos descendemos todos los hombres.

¿En que condiciones creo Dios a Adán y Eva?

Dios creo a Adán y Eva muy buenos y felices, con la gracia santificante y muchas cualidades y con los dones de la inmoralidad, la impasibilidad y la integridad.

¿Conservaron nuestros primeros padres los dones con que fueron creados?

Nuestros primeros padres no conservaron los dones con los que fueron creados, porque se dejaron engañar por el demonio y desobedecieron a Dios, conteniendo así el primer pecado. ¿A quienes perjudico el pecado de nuestros primeros padres? El pecado de nuestros primeros padres les perjudico a ellos y también a todos sus descendientes, que somos todos los hombres y mujeres del mundo.

¿Qué es el pecado original?

El pecado original con el que todos nacemos es la privación de la santidad y justicia originales. El pecado introduce en el mundo una cuádruple ruptura: la ruptura del hombre con Dios, consigo mismo, con los demás seres humanos y con la creación toda.

¿Qué consecuencias tiene el pecado original para nosotros?

Producto de estas rupturas, la consecuencias que tiene el pecado original para nosotros son: el debilitamiento de la naturaleza humana, que ha quedado sometida a la ignorancia, al sufrimiento, a la muerte y a la inclinación al pecado.

La Vida Es Una Misión / Life is a Mission

LA VIDA ESImage result for dia mundial de misiones UNA MISIÓN

¿SABIAS?

¿Cuál es el origen del Domingo Mundial de las Misiones?
En 1926, el Papa Pius XI instituyo el Domingo Mundial de las Misiones. Pidió oración, animación, fiesta y ofrendas para las misiones. Su preocupación era generar un sentido de responsabilidad en las personas para apoyar a las misiones en todo el mundo. La primera conmemoración fue en 1927 y el Papa pidió que se celebraría en cada diócesis, parroquia e Instituto. Para ser un verdadero Domingo Mundial de las Misiones.
La colección ese primer Domingo Mundial de las Misiones, como hoy, es para la Sociedad para la Propagación de la Fe, para apoyar la obra vivificante y llena de esperanza y el testimonio de sacerdotes, religiosos y lideres pastorales laicos en las Iglesias de misión. Gracias por su apoyo continuo de la Sociedad para la Propagación de la Fe, Domingo Mundial de las Misiones, haciendo posible que los sacerdotes, hermanos y hermanas religiosos y lideres pastorales laicos poder llegar, en nombre de Jesús, a las familias y comunidades necesitadas en mas que 1,100 diócesis de Misión.


LIFE IS A MISSION

DID YOU KNOW….?

What is the origin of World Mission Sunday? In 1926, Pope Pius XI instituted World Mission Sunday. He asked for prayer, animation, celebration, and offerings for the Missions. His concern was to engender a sense of responsibility in people for supporting the Missions throughout the world. The first commemoration was in 1927 and the Pope asked that it would be observed in every diocese, Parish and institute. It was to be a true World Mission Sunday. The collection on that first World Mission Sunday, like today, is for the Society for the Propagation of the Faith, providing support for the life-giving and hope filled work and witness of priests, religious and lay pastoral leaders in mission churches. Thank you for your ongoing support of the Society for the Propagation of the Faith, World Mission Sunday, making it possible for priests, religious Sisters and Brothers, and lay pastoral leaders to reach out, in the name of Jesús, to families and communities in need in over 1,100 mission dioceses.

Santa Teresa de Jesus

Santa Teresa de Jesus

Eran las diez de una espléndida mañana de octubre en la plaza de San Pedro. Juan Pablo II ante unos 70 mil fieles, ante 16 cardenales y numerosos obispos, ante una delegación oficial francesa y ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, declaraba doctora de la Iglesia universal a Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, una muchacha normanda que murió a los 24 años de edad y que nunca pisó un aula universitaria. Con este título el pontífice reconoce que la doctrina propuesta por Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz puede ser un punto de referencia para todos los cristianos del mundo no sólo porque se adecua perfectamente a la verdad, sino también porque ofrece nueva luz sobre los misterios de la fe. En la homilía, Juan Pablo II explicó por qué una joven santa carmelita, fallecida a los 24 años, que no estudio teología sistemáticamente, compartirá a partir de hoy el prestigioso reconocimiento reservado a hombres de la estatura intelectual de santo Tomás de Aquino, san León Magno o san Juan de la Cruz. «Entre los “doctores de la Iglesia” –aclaró el Papa–, Teresa del Niño Jesús es la más joven, pero su ardiente itinerario espiritual muestra gran madurez y las intuiciones de la fe expresadas en sus escritos son tan amplias y profundas que le merecen figurar entre los grandes maestros de la espiritualidad». A continuación el obispo de Roma explicó la importancia del mensaje de Teresa para la sociedad de que se propone cruzar el umbral del tercer milenio: «En una cultura racionalista y demasiado a menudo invadida por un materialismo práctico ella opone con una sencillez que desarma “la pequeña vía” que conduce al secreto de toda existencia: el Amor divino que envuelve y penetra toda la aventura humana». «En un tiempo como el nuestro, caracterizado por la cultura de lo efímero y del hedonismo, esta nueva Doctora de la Iglesia se muestra dotada de una singular eficacia para esclarecer el espíritu y el corazón de los que tienen sed de verdad y de amor». Santa Teresa de Lisieux, penetrando en el espíritu del Evangelio y la pasión de la reformadora del Carmelo, santa Teresa de Avila, profundizó la mística centrada en el amor, que ella llamó la «pequeña vía de la infancia espiritual», experiencia íntima que recogió en su libro «Historia de un alma», traducido a 50 idiomas. Sus escritos aportan, entre otras cosas, la experiencia espiritual de los dos últimos años de su vida, debatidos en medio de la enfermedad que la llevó a la tumba, en la que no faltó la prueba de la duda y de la crisis de fe. Canonizada en 1925 por Pío XI, este mismo Papa la proclamó, junto con san Francisco Javier, patrona universal de las misiones, pese a que durante su vida religiosa jamás franqueó los muros de su convento de Lisieux, aunque deseó ardientemente ser misionera. Juan Pablo II, que anunció la declaración de santa Teresa de Lisieux como Doctora de la Iglesia durante las Jornadas Mundiales de la Juventud del pasado mes de agosto en París, propone también a Teresita como patrona de los jóvenes. Ante miles de adolescentes de la Acción Católica italiana, el Santo Padre explicó el 18 de octubre que Santa Teresa de Lisieux fue una religiosa de clausura excepcional, pero que igualmente hubiera sido una buena joven de Acción Católica

Saint Vincent of Paul

SAINT VINCENT OF PAUL

Image result for st. vincent de paul
Vincent was born at Pouy in Gascony, in the south of France, in
1580 or 1581, the third child in a family of four sons and two daughters.
His family was a solid peasant family capable of making ends
meet only through hard work and frugality. His father encouraged
and helped him toward the priesthood, to which he was ordained on
September 23, 1600, at the age of nineteen or twenty. Among his
chief reasons for becoming a priest was his desire to get an office in
the Church from which he could obtain enough money to retire early,
return home, and provide for his family.
His early hopes for advancement came to nothing (two trips to
Rome, promises of a bishopric, money from a will). In 1608, Vincent
moved to Paris, where he came under the influence of Father (later
Cardinal) Pierre de Bérulle, whom he took as his spiritual director,
and Father André Duval, a professor of the Sorbonne, who was to be
his “wise man” for the next three decades. This marked a turning
point in Vincent’s spiritual journey: ambition was receding, and attention
to God and vocation were advancing.
Accused of theft by his roommate, Vincent did not defend himself,
showing himself to be more like the Lord and less interested in selfadvancement
and public image — the real thief confessed years later.
In 1612, he was named pastor of Saint-Medard in Clichy, a poor
rural parish just northwest of Paris. As pastor, he experienced the
priesthood in a way unknown to him to that point, and told the bishop
he was happier than the bishop himself, and even the pope.
However, in less than a year Bérulle recalled him to Paris to become
chaplain to the Gondi family and tutor to their children. In January of
1617, Vincent was on the Gondi estates in Picardy, and heard the
confession of a dying man, who told Madame de Gondi that he
would have been damned without Vincent’s ministry. She urged Vincent
to preach a sermon on general confessions, which produced
such a response that other priests were called to help hear all the confessions.
Now, very conscious that the poor were not being evangelized or
helped, Vincent felt called to a more pastoral ministry. With Bérulle’s
help, he became the parish priest in Châtillon-les-Dombes in the
southeast of France, helping his fellow priests to a more faithful way
of life, as well as ministering to and teaching the people. In August
1617, as he was preparing for Sunday Mass, a parishioner brought
news of the illness and destitution of an entire family in the parish.
He preached on their need, and that afternoon the people responded
in overwhelming numbers by carrying them food and supplies. Vincent
then called a meeting of interested women, and urged them to
put order into their generosity by taking turns. With rules drawn up
by Vincent, they established a group which became the first Confraternity of Charity.
By December, 1617, Madame de Gondi prevailed in her request that
Vincent return to their family by giving him freedom to preach missions
in various towns and villages. In 1619, at the urging of Monsieur
de Gondi, King Louis XIII, appointed Vincent chaplain general
of the galleys with responsibility for the spiritual well-being of all the galley convicts of France.
During this period Vincent experienced a twofold conversion. First,
he was being converted to the poor, who were becoming the center
of his life. Second, he was also being converted to his priesthood,
seeing it not as a career, but as a personal relationship with Jesus.
However, his “conversion” does not seem to rest on one dramatic
moment, but rather on a gradual opening to the power of God’s grace
working in him, and allowing him to see his world more clearly in the light of Christ.
Toward the end of 1618, the bishop of Geneva, Francis de Sales,
arrived in Paris, and inspired Vincent with the power of humility and
gentleness. Vincent reflected: “How good you must be, my God, if
Francis de Sales, your creature, is so gentle and lovable.” Vincent’s
disposition was naturally moody and melancholy, but he now decided
that he could not simply say he was made that way and could not
change. He went to Soissons to make a retreat, asking God to help
him change. His prayer was answered, not immediately, but gradually
as he came to understand the direction his priesthood should go and the beauty of serving others.
Vincent continued giving local missions to the people. Madame de
Gondi, seeing the effect of these missions, set aside money for a
community to preach such missions on a wider scale, and asked Vincent
to find a community able and willing to do so. Vincent asked
the Jesuits and several other communities, but none were able to
accept this additional apostolate. Vincent went to his old mentor,
Father Duval, to share his concern and ask for advice. Duval told
him that God was clearly calling Vincent himself to do the work of
the missions. Vincent accepted the call, and in April, 1625, founded
the Congregation of the Mission to evangelize the poor people of the countryside.
The Archbishop of Paris approved the Congregation, giving them the
Collège des Bons Enfants for a motherhouse. Members were secular
priests who made simple vows of poverty, chastity, obedience and
stability. In 1628, the Congregation gave its first retreat to candidates
for the priesthood in preparation for their ordination. This gradually
led to additional efforts to help priests in their vocation. In 1633, the
motherhouse moved to the former priory of Saint-Lazare, north of
the city. Beginning in 1635, additional houses were established, in
France, in other European countries, and in Africa. Vincent also
served as spiritual director for a growing number of people, one of
whom was a widow, Louise de Marillac, in whom Vincent saw leadership
potential. The Ladies of Charity, a coalition of noblewomen
Vincent had organized to serve poor people, had grown and spread,
as had the Confraternities of Charity. Vincent found it impossible to
oversee all these groups, so he turned to Louise. Despite frail health,
Louise traveled from town to town, visiting, guiding and encouraging the fledging organizations.
Vincent assumed direction of the Hôtel-Dieu, a large hospital in Paris.
Both Vincent and Louise realized that greater commitment would
be needed to give the necessary care with consistency and love.
Young women from rural areas began to appear, ready to assist. In
1633, Louise welcomed several of them into her own home for training,
and they became the nucleus of a new type of religious community,
the Daughters of Charity. They lived in houses, not convents;
their cloister was the city streets; their enclosure was their commitment
to God and service. They gave their lives to visiting the sick in
the homes, ministering in hospitals, caring for prisoners, orphans, the
mentally ill, and the homeless of Paris. They also taught catechism to rural children.
In 1639, Lorraine was devastated by war. Vincent collected money
and other forms of aid, sending members of his Congregation to
distribute the aid and organize relief, and sending Daughters of Charity
to minister to victims and refugees. This ministry continued during
the 30 years war, and a brutal civil war called the Fronde.
In June of 1643, Vincent began serving on the Queen’s Council of
Ecclesiastical Affairs. There he exercised significant influence on the
selection of good and worthy bishops, oversaw the renewal of monastic
life, dealt with Jansenism, and was able to keep the plight of
the people and the poor before the government of France.
Vincent continued his work until his death on September 27, 1660.

Biografía de Santa Teresa de Calcuta

Santa Teresa de Calcuta

“De sangre so albanesa. De ciudadania, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús.”  De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo:“saciar su sed de amor y de almas”. Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría. El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”.“Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de
los más pobres entre los pobres. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres. Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas. Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó“oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres. Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el
mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.

What is Catechesis?

Catechesis is nothing other than the process of transmitting the Gospel, as the Christian community has received it, understands it, celebrates it, lives it and communicates it in many ways.” (General Directory of Catechesis #105) Jesus empowered the church of continue His mission when he said: Full authority has been given to me both in heaven and on earth; go, therefore and make disciples of all nations. Baptize them in the name of the Father, and the Son, and the Holy Spirit. Teach them to carry out everything I have commanded you. And know that i am with you always, until the end of time. (Mt. 23:18-20)

This great commission has been handed to women and men, whom God has called, to proclaim the Good News. This ministry of teaching and forming has traditionally been referred to as catechesis.

The name of catechesis was given to the whole of the efforts within the Church to make disciples, to help people to believe that Jesus is the Son of God…and to educate and instruct them in this life and thus build up the Body of Christ. (Catechesi Tradendae #1)

The word catechesis comes from Greek meaning “to echo the teaching” meaning that catechesis or the teaching of the faith is an interactive process in which the Word of God re-sounds between and among the pro-claimer, the one receiving the message, and the Holy Spirit! Catechesis is a life-long process of initial conversion, formation, education, and on-going conversion. Through word, worship, service and community, it seeks to lead all God’s people to an ever deepening relationship with God who reveals himself in Jesus Christ through the power of the Holy Spirit. Catechesis takes many forms and include the initiation of adults, youth and children as well as the intentional and systematic effort to enable all to grow in faith and discipleship.

Many people recall the term C.C.D. which stood for the “Confraternity of Christian Doctrine” which served parishes in their efforts to provide religious education to children who attend public schools. Today, we have retrieved the notion of chatechesis to capture the broader mission of the Church to proclaim the Gospel to adults, youth and children in order to “put people in communion with Jesus Christ” (Catechism of the Catholic Church #462)

 

SER CATEQUISTA SIGNIFICA:

“Guias al encuentro con Jesús con las palabras y con la vida, con el Testimonio”

 

 

 

El martirio de San Juan Bautista Año 30

El martirio de San Juan Bautista
Año 30

El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: “Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: “No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano”. Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto”. “Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños
dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: “Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino”. La muchacha fue donde su madre y le preguntó: “¿Qué debo pedir?”. Ella le dijo: “Pida la cabeza de Juan Bautista”. Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: “Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista”. El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17). Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores. Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando. Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor. Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo. Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: “Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar”. El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir. Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo Señor: te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.

 

Importancia de la Catequesis

IMPORTANCIA DE LA CATEQUESIS

Se ha dicho que los padres de familia son los primeros educadores de sus hijos. Y esta es una verdad innegable, pues ellos se encargan de guiar los primeros pasos de los niños, quienes empiezan por descubrir la realidad que les rodea. Luego los padres van inculcando el camino de fe en sus hijos. Les enseñan a conversar con Dios, a darle gracias por el don de la vida, la salud, el hecho de tener una familia, etc. Les enseñan a pedir perdón por los errores que cometemos y a pedirle las gracias que necesitamos para caminar por la senda indicada. Pero cuando los niños han adquirido uso de razón, los padres deben inscribir a sus hijos en la catequesis parroquial. Sin embargo, hay personas que no tienen muy claro el panorama sobre lo que significa la catequesis parroquial y diremos que es un proceso de formación bíblica y doctrinal, de maduración de la fe, una etapa de mayor conocimiento acerca de Dios, de nuestra Iglesia y de la respectiva comunidad parroquial. Además, es un proceso de años: 1) Iniciación. 2) Primer Nivel de Primera Comunión. 3) Segundo Nivel de Primera Comunión. 4) Primer Nivel de Confirmación. 5) Segundo Nivel de Confirmación. Pero es necesario que reflexionemos en la importancia que tiene este proceso de enseñanza-aprendizaje. No es suficiente que los padres inscriban a los niños en la parroquia. Es conveniente que también ellos se integren a este proceso formativo; que se preocupen por aprender junto a sus hijos lo que los catequistas les van compartiendo. Es indispensable que también los padres de familia participen en la catequesis familiar, que asistan a las reuniones de padres de familia, y lo que es más importante, ayuden a sus hijos en el cumplimiento de las tareas, deberes y trabajos. Muchas de estas tareas son compartidas y se prestan para realizar un trabajo complementario entre padres e hijos. Por otro lado, también es importante que los catequistas estén convenientemente preparados y que tengan continuidad y perseverancia. Que asistan a los cursos de formación, que tengan la adecuada capacitación a través de la lectura y autoformación sobre los temas que imparten. Que estén en coordinación y participen en las reuniones de catequistas a nivel de las zonas y vicarías, especialmente cuando se organizan convivencias, encuentros, talleres, etc. Que no se conformen con ceñirse a lo que trae la cartilla o el texto de catequesis, sino que preparen temas complementarios que son de mucha utilidad para los niños y adolescentes, cuyos valores les servirán para toda la vida. No olvidemos que la formación que se recibe en la niñez constituye la base del aprendizaje de una persona. De esta manera se estará dando la debida importancia a la catequesis parroquial, que es uno de los espacios más fundamentales dentro de la tarea de
evangelización que realiza la Iglesia. Si se toma en serio este proceso por parte de los padres de familia, ninos catequistas, bajo la sabia guía y la adecuada coordinación de sus respectivos párrocos y agentes de pastoral catequética, se logrará cumplir de mejor manera una formación integral en los aspectos humano, cristiano, espiritual, bíblico, doctrinal y social.

CULTURA CATOLICA / CATHOLIC CULTURE

Patrona de Perú, América y las Filipinas, la primera Santa de América solía decir: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús”. Isabel Flores de Oliva nació en Lima (Perú) el 20 de abril de 1586 y fue bautizada el 25 de mayo de ese mismo año. Aunque su nombre verdadero era Isabel, en honor a su abuela materna, una india que servía a la familia la llamaba Rosa debido a que la niña tenía una extraordinaria belleza. Solamente sus parientes se dirigían a ella con ese nombre.
Junto a su hermano Fernando recibió una esmerada educación, algo excepcional para su época, y tuvo una profunda formación espiritual. Cuando tenía once años, su padre fracasó en la explotación de una mina y la familia enfrentó problemas económicos. Se mudaron a Quives, un pueblo cerca de Lima. En 1597, Santo Toribio de Mogrovejo, el entonces Arzobispo de Lima, le administró el sacramento de la Confirmación y la llamó Rosa. Al cumplir 20 años, la familia volvió a la capital. Isabel trabajaba todo el día en el huerto y durante la noche cosía ropa de familias pudientes para colaborar con el sostenimiento de su casa. A pesar de las dificultades, era una mujer feliz. Su intenso amor por el Crucificado la llevó a hacer un voto de virginidad. Consciente de su belleza, la Santa se restregaba la piel con pimienta para desfigurarse. En una ocasión, su madre le puso una corona de flores en la cabeza para lucirla ante unas visitas. Rosa se clavó una de las horquillas para hacer penitencia por esa vanidad. Otro día una mujer destacó la suavidad de sus manos y la finura de sus dedos. Inmediatamente la joven se talló las manos con barro. Santa Rosa de Lima luchó para arrancar el amor propio y la vanidad de su corazón. Realizaba intensos ayunos y pasaba las
noches en vela haciendo oración. Se mortificaba con una cinta de plata alrededor de su cabeza,
cuyo interior estaba lleno de puntas, para compartir los sufrimientos de Cristo con la corona de espinas. Sus padre intentaron casarla pero ella defendió su vocación. El 10 de agosto de 1606 ingresó como Terciaria en la Orden de Santo Domingo, imitando a Santa Catalina de Siena, su maestra espiritual. Por sugerencia de un sacerdote, aceptó que la llamaran Rosa de Santa María. Con la ayuda de su hermano Fernando construyó una ermita en un rincón del huerto de su casa donde oraba y realizaba sus mortificaciones. Ahí de jueves a sábado tenía experiencias místicas y experimentaba los sufrimientos de la Pasión. Santa Rosa salía de su ermita para ir a la iglesia de la Virgen del Rosario y para atender a los enfermos y esclavos. En estas labores era acompañada por San Martín de Porres. Ambos santos fueron amigos y los enfermos acudían a ellos para buscar la sanación. Su amor a Dios era tan ardiente que su tono de voz cambiaba y su rostro se encendía cuando hablaba de Él, lo que reflejaba el sentimiento que embargaba su alma. Lo mismo sucedía al estar en presencia del Santísimo Sacramento y cuando comulgaba. Santa Rosa sufrió la persecución y burla de sus amigos y familiares durante muchos años. Esta situación le causaba una profunda
desolación espiritual. También era tentada constantemente por el demonio. En 1615, un grupo de piratas quiso atacar la ciudad de Lima. Cuando ya estaban en el puerto del Callao, Santa Rosa y otras mujeres fueron a la iglesia de la Virgen del Rosario para rezar ante el Santísimo Sacramento. Incluso la Santa puso su cuerpo delante del sagrario para protegerlo. Días después murió el capitán de los piratas y estos se alejaron de la ciudad. Todos los limeños atribuyeron este “milagro” a Rosa.
La salud de la Santa decayó y fue a vivir con un matrimonio muy piadoso, Don Gonzalo de Massa y su mujer Doña María Uzategui. La pareja la consideraba como una hija y la cuidaron durante
tres años hasta su muerte. En medio de los sufrimientos, la joven oraba: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor”. En el año 1617, durante el Domingo de Ramos ocurrió su “desposorio místico”. Mientras oraba delante de la Virgen del Rosario, el Niño Jesús le dijo: “Rosa de mi Corazón, yo te quiero por esposa”. Ella le respondió: “Señor, aquí tienes a tu inútil esclava; tuya soy y tuya seré para siempre”. En la Iglesia de Santo Domingo en el centro de Lima se conserva la loseta sobre la cual estaba de pie la Santa cuando sucedió el desposorio.Santa Rosa de Lima murió el 24 de agosto de 1617 a los 31 años. Durante su entierro, toda la ciudad se despidió de ella. Entre los asistentes se encontraban altas autoridades eclesiásticas, políticas
y el virrey. Muchas personas se acercaban al cadáver para arrancar un trocito de su hábito y tenerlo como reliquia. Al final los guardias tuvieron que dispersar a la gente porque llegaron incluso a arrancarle un dedo del pie. Fue sepultada en el claustro del Convento de los Dominicos y en 1619 en la capilla Santa Catalina de Siena. Su cráneo se encuentra en la iglesia de Santo Domingo junto a los cráneos de San Martín de Porres y San Juan Macías. Fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671 y se convirtió en la primera Santa de América. El mismo Pontífice la declaró patrona principal del Nuevo Mundo (América), Filipinas e Indias Occidentales. “Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones”, dijo el Papa Inocencio IX al referirse a ella.
En 1992 San Juan Pablo II expresó que la vida sencilla y austera de Santa Rosa de Lima era “testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio”.

La Transfiguracion del Señor / The Transfiguration

LA TRANSFIGURACION DEL SEÑOR

Jesús había anunciado a los suyos la inminencia de su Pasión y los sufrimientos que había de padecer a manos de los judíos y de los gentiles. Y los exhortó a que le siguieran por el camino de la cruz y del sacrificio (Mt 16, 24 ss). Pocos días después de estos sucesos, que habían tenido lugar en la región de Cesarea de Filipo, quiso confortar su fe, pues, -como enseña Santo Tomás- para que una persona ande rectamente por un camino es preciso que co-nozca antes, de algún modo el fin al que se dirige: “como el arquero no lanza con acierto la saeta si no mira primero al blanco al que la envía. Y esto es necesario sobre todo cuando la vía es áspera y difícil y el ca-mino laborioso… Y por esto fue conveniente que manifestase a sus discípulos la gloria de su claridad, que es los mismo que transfigurarse, pues en esta claridad transfigurará a los su-yos” (Sto. Tomás, Suma teológica).
Nuestra vida es un camino hacia el Cielo. Pero es una vía que pasa a través de la Cruz y del sacrificio. Hasta el último mo-mento habremos de luchar contra corriente, y es posible que también llegue a nosotros la tentación de querer hacer compati-ble la entrega que nos pide el Señor con una vida fácil, como la de tantos que viven con el pensamiento puesto exclusivamente en las cosas materiales… “¡Pero no es así! El cristianismo no puede dispensarse de la cruz: la vida cristiana no es posible sin el peso fuerte y grande del deber… si tratásemos de quitarle ésto a nuestra vida, nos crearíamos ilusiones y debilitaríamos el cristianismo; lo habríamos transformado en una interpretación muelle y cómoda de la vida” (Pablo VI, Alocución 8-IV-1966). No es esa la senda que indicó el Señor.
Los discípulos quedarían profundamente desconcertados al presenciar los hechos de la Pasión. Por eso, el Señor condujo a tres de ellos, precisamente a los que debían acompañarle en su agonía de Getsemaní, a la cima del monte Tabor para que con-templaran su gloria. Allí se mostró “en la claridad soberana que quiso fuese visible para estos tres hombres, reflejando lo espiri-tual de una manera adecuada a la naturaleza humana. Pues, rodeados todavía de la carne mortal, era imposible que pudie-ran ver ni contemplar aquella inefable e inaccesible visión de la misma divinidad, que está reservada en la vida eterna para los limpios de corazón” (San León Magno, Homilía sobre la trans-figuración), la que nos aguarda si procuramos ser fieles cada día.
También a nosotros quiere el Señor confortarnos con la espe-ranza del Cielo que nos aguarda, especialmente si alguna vez el camino se hace costoso y asoma el desaliento. Pensar en lo que nos aguarda nos ayudará a ser fuertes y a perseverar. No deje-mos de traer a nuestra memoria el lugar que nuestro Padre Dios nos tiene preparado y al que nos encaminamos. Cada día que pasa nos acerca un poco más. El paso del tiempo para el cristiano no es, en modo alguno, una tragedia; acorta, por el contrario, el camino que hemos de recorrer para el abrazo defi-nitivo con Dios: el encuentro tanto tiempo esperado.
El recuerdo de aquellos momentos junto al Señor en el Tabor fueron sin duda de gran ayuda en tantas circunstancias difíciles y dolorosas de la vida de los tres discípulos. San Pedro lo recor-dará hasta el final de sus días. En una de sus Cartas, dirigida a los primeros cristianos para confortarlos en un momento de dura persecución, afirma que ellos, los Apóstoles, no han dado a conocer a Jesucristo siguiendo fábulas llenas de ingenio, sino porque hemos sido testigos oculares de su majestad. En efecto Él fue honrado y glorifica-do por Dios Padre, cuando la sublime gloria le diri-gió esta voz: Éste es mi Hijo, el Amado, en quien tengo mis complacencias. Y esta voz, venida del cielo, la oímos nosotros estando con Él en el monte santo (2 Pdr 1, 16-18). El Señor, momentáneamen-te, dejó entrever su divinidad, y los discípulos que-daron fuera de sí, llenos de una inmensa dicha, que llevarían en su alma toda la vida. “La transfiguración les revela a un Cristo que no se descubría en la vida de cada día. Está ante ellos como Alguien en quien se cumple la Alianza Antigua, y, sobre todo, como el Hijo elegi-do del Eterno Padre al que es preciso prestar fe absoluta y obe-diencia total” (Juan Pablo II, Homilía 27-II-1983), al que debe-mos buscar todos los días de nuestra existencia aquí en la tierra.
¿Qué será el Cielo que nos espera, donde contemplaremos, si somos fieles, a Cristo glorioso, no en un instante, sino en una eternidad sin fin? El misterio que celebramos no sólo fue un signo y anticipo de la glorificación de Cristo, sino también de la nuestra, pues, como nos enseña San Pablo, el Espíritu da testi-monio junto con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos también herederos: herederos de Dios, cohe-rederos de Cristo; con tal que padezcamos con Él, para ser con Él también glorificados (Rom 8, 16-17). Y añade el Apóstol: Porque estoy convencido de que los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria futura que se ha de manifestar en nosotros (Rom 8, 18). Cualquier pequeño o gran sufrimiento que padezcamos por Cristo nada es si se mide con lo que nos espera. El Señor bendice con la Cruz, y especial-mente cuando tiene dispuesto conceder bienes muy grandes. Si en alguna ocasión nos hace gustar con más intensidad su Cruz, es señal de que nos considera hijos predilectos. Pueden llegar el dolor físico, humillaciones, fracasos, contradicciones familia-res… No es el momento entonces de quedarnos tristes, sino de acudir al Señor y experimentar su amor paternal y su consuelo. Nunca nos faltará su ayuda para convertir esos aparentes males en grandes bienes para nuestra alma y para toda la Iglesia. “No se lleva ya una cruz cualquiera, se descubre la Cruz de Cristo, con el consuelo de que se encarga el Redentor de soportar el peso” (J. Escrivá de Balaguer, “Amigos de Dios”). Él es, Amigo inseparable, quien lleva lo duro y lo difícil. Sin Él cualquier peso nos agobia.
Si nos mantenemos siempre cerca de Jesús, nada nos hará ver-daderamente daño: ni la ruina económica, ni la cárcel, ni la enfermedad grave…, mucho menos las pequeñas contradiccio-nes diarias que tienden a quitarnos la paz si no estamos alerta. El mismo San Pedro lo recordaba a los primeros cristianos: ¿quién os hará daño, si no pensáis más que en obrar bien? Pe-ro si sucede que padecéis algo por amor a la justicia, sois biena-venturados.
Pidamos a Nuestra Señora que sepamos ofrecer con paz el dolor y la fatiga que cada día trae consigo, con el pensamiento puesto en Jesús, que nos acompaña en esta vida y que nos espe-ra, glorioso al final del camino. Y cuando llegue aquella hora en que se cierren mis ojos humanos, abridme otros, Señor, otros más grandes para contemplar vuestra faz inmensa. ¡Sea la muerte un mayor nacimiento! (J. Margall, Canto espiritual), el comienzo de una vida sin fin.


THE TRANSFIGURATION

This event is hard to understand. Why did it happen? What did it mean? Here are some things you need to know.
1What does the word “transfiguration” mean? The word “transfiguration” (Latin roots trans-“across” and figura-“form, shape”) means a change of form or appear-ance. This is what happened to Jesus in the event known as the Transfiguration: His ap-pearance changed and became glorious.
Who witnessed the Transfiguration? The three who are privileged to witness the event are Peter, James, and John, the three core disciples. (Andrew was not there or not included.)
Where did the Transfiguration take place? Luke states that Jesus took the three “on the mountain to pray.” This mountain is of-ten thought to be Mt. Tabor in Israel, but none of the gospels identify it precisely.
Why did the Transfiguration take place? The Catechism explains it this way: Christ’s Trans-figuration aims at strengthening the apostles’ faith in anticipation of his Passion: the ascent onto the ‘high mountain’ pre-pares for the ascent to Calvary. Christ, Head of the Church, manifests what his Body con-tains and radiates in the sacraments: ‘the hope of glory’ [CCC 568].
Why do Moses and Elijah appear on the mountain? Moses and Elijah represent the two principal components of the Old Testa-ment: the Law and the Prophets. Moses was the giver of the Law, and Elijah was consid-ered the greatest of the prophets. The fact that these two figures “spoke of his depar-ture, which he was to accomplish at Jerusa-lem” illustrates that the Law and the Proph-ets point forward to the Messiah and his sufferings.
What can we learn from this event? The Transfiguration was a special event in which God allowed certain apostles to have a privi-leged spiritual experience that was meant to strengthen their faith for the challenges they would later endure. But it was only a temporary event. It was not meant to be permanent. In the same way, at certain times in this life, God may give certain mem-bers of the faithful (not all of the faithful, all the time), special experiences of his grace that strengthen their faith. We should wel-come these experiences for the graces they are, but we should not expect them to con-tinue indefinitely, nor should we be afraid or resentful when they cease. They may have been meant only as momentary glimpses of the joy of heaven to sustain us as we face the challenges of this life, to help strengthen us on the road that will–ultimately–bring