En preparación para el Encuentro Mundial de Familias, estaremos publicando varios artículos en las próximas semanas para que juntos podamos vivir según el tema de este año:
“El amor es Nuestra Misión: La Familia Plenamente Viva”
To prepare for the World Meeting of Families, in the following weeks we will be publishing articles so that together we can live according to this year’s theme:
“Love is our Mission: The Family Fully Alive”
UN HOGAR PARA EL CORAZON HERIDO
Jesús puso estándares altos acerca de la castidad, pidiéndole a sus seguidores que vivieran diferente al resto del mundo. Jesús enseño acerca de la sexualidad y el matrimonio, el cual nosotros podemos encontrar difícil de aceptar y vivir, tanto en tiempos antiguos como en nuestros días. Pero Jesús nos invita a vivir en sacrificio por una buena razón. Jesús nos dice la verdad acerca de como amar, y por eso si respetamos nuestros votos matrimoniales, practicamos dominio propio, y nos tratamos el uno al otro castamente, comunión y libertad espiritual vendrán sobre nuestros corazones y nuestras comunidades.
Por supuesto, todos caemos y pecamos, hiriéndonos a nosotros mismos y a otros en el proceso. El pecado causa un profundo dolor en la vida familiar. Por esta razón, el Papa Francisco, en una ocasión, comparó de una manera muy acertada a la Iglesia con “un hospital después de una guerra.”
En nuestra vida parroquial ordinaria, cada una de nosotros cumple su misión cuando cargamos las penas los unos de los otros y nos ayudamos a sanar las heridas. Nadie debe estar solo u olvidado en la parroquia. La Iglesia es una familia de aquellos quienes han encontrado a Jesús, quienes confiesan que Jesús es el Señor, quienes desean que la gracia de Jesús le de forma a sus vidas, y se ayudan los unos a otros a responder a su llamado. La persona de Jesús favorece la paciencia, perdón y confianza para que podamos convertir y renovar nuestro corazón en áreas que, de otra manera, se nos haría imposible. Aun con cualquier controversia que se alza en nuestra cultura o lo que otros hagan o dejen de hacer, Jesús y sus sacramentos están siempre con nosotros, y el Amor es siempre nuestra misión.
A HOME FOR THE WOUNDED HEART
Jesus set a high standard for chastity, asking his followers to live differently from the rest of the world. Jesus taught things about sexuality and marriage which we may find difficult to accept and live, both in ancient times and today. But Jesus asked us to live sacrificially for good reason. He tells us the truth about how to love, and so if we respect marriage vows, practice self-control, and treat each other chastely, communion and freedom of spirit will dawn in our hearts and in our communities.
Of course, we all stumble and sin, hurting ourselves and others in the process. Sin causes profound pain in family life. That is why Pope Francis once famously likened the Church to “a field hospital after battle.” Pope Benedict called each parish a “family of families.”
In our ordinary parish life, each of us fulfills our mission when we bear one another’s burdens and help each other heal the wounds. No one should be lonely or forgotten in a parish. The Church is a family of those who have encountered Jesus, who confess that he is Lord, who desire his grace to shape their lives, and so help each other respond to him. Jesus’s way enables patience, forgiveness, and trust, so that we can convert and renew our hearts in ways that would otherwise seem impossible. Whatever controversies might arise in our culture, whatever others might do or fail to do, Jesus and his Sacraments are always with us, and love is always our mission.
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