Cultura Catholica / Catholic Culture

Respect For The World Begins With Respect For The Human Body

Christian bioethics must begin with the profound conviction of the irrevocable dignity of the human person.

Pope Francis: ‘Respect for the world begins with respect for the human body’

Pope Francis addresses the General Assembly of the Pontifical Academy of Life on Monday focusing his remarks on the theme of the two-day workshops: situating human life within the wider context of the globalized world.

The Pontifical Academy of Life is holding a two-day workshop 25-26 June. Pope Francis met with the participants on Monday and shared his thoughts with them regarding the theme: Equal Beginnings. But then? A global responsibility.

Science at the service of life

Pope Francis began saying that “human ecology” needs to be encouraged to consider “the ethical and spiritual quality of life in all of its phases”. Scientific studies on the human person are important, but need to be integrated within the broader realization of the person’s origins. Human life “bursts on the world scene with the wonder of world and thought, of affections and spirit”, the Pope said.

Working of death

When babies are exposed to privation and war; when the old are abandoned-“we instead preform the ‘dirty’ work of death”, Pope Francis continued. Christians must be strong in their inspiration and commit themselves ever more vigorously to work against such works sustained by sin, he said.

Dignity of the human person

Christian bioethics must not define the value of a person beginning from illness. it must begin with the “profound conviction of the irrevocable dignity of the human person, just as God `loves each person’ through every phase and in every condition of life, Pope Francis said.

Holistic Vision

A holistic vision should situate the person within the context of both the connections and differences we live, beginning with the human body. “It is through our body that the human person in a relationship with the environment and other living beings”, the Pope said, quoting Laudato  Si’, Those who understand the world as God’s gift have first accepted their bodies as God’s gift, he said.

Global bioethics

Relying on purely legal regulations or technical assistance in the bioethics field will never guarantee the dignity of the human person. That can only come from the “adequate support of a responsible human proximity”, Pope Francis said.

Life’s ultimate destination

A culture of life always looks toward life’s ultimate destination, Pope Francis concluded. Christian wisdom must passionately contribute to the thought that “humankind is destined to share in God’s life” after death where we all remain in eternal awe before all things “‘visible’ and ‘invisible’, hidden in the Creator’s womb”.

Un Salto de Fe

Un Salto de Fe

Hay muchas veces en la vida en que hay que tomar riesgos y fiarse totalmente de Dios y de otras personas para poder cumplir con la misión que tenemos en la vida. Para muchos de nosotros, eso significa buscar una vida mejor en otro país, pasando por toda clase de dificultades e incertidumbres. Para otros, significará dejar que nuestros hijos persigan sus sueños aunque temamos que no tengan éxito, o que vayan a sufrir Siempre que tenemos una relación, que comenzamos un trabajo, que nos cambiamos de casa o de ciudad, tomamos riesgos. Lo importante es estar convencidos de que lo que vamos a emprender o lo que vamos a aceptar, es lo que quiere Dios para nosotros. ¿Cómo podemos saber eso? Muchas veces tendremos que reflexionar, discernir, pedir consejos, orar sobre las cosas. El balance final está en el bien que se pudiera hacer -no ya a nosotros mismos, sino a nuestra familia, a nuestra comunidad o a la humanidad- Si la decisión que vayamos a tomar proclama la Buena Noticia; es decir, si supone el bien y la liberación de alguien, habrá que tomar esa resolución aunque tengamos temores y resulte arriesgado. La llamada de Dios a cualquier servicio, a la misión de evangelización de nuestra propia familia o de la comunidad, muchas veces supone muchas preguntas e inquietudes: ¿Y si no se como educar a mis hijos? ¿Y si me equivoco en mis relaciones con mi cónyuge u otras personas? ¿Y si no soy capaz de realizar ese servicio de catequesis, lectura, hospitalidad o colaboración en la parroquia? Otra seguridad que a veces necesitamos es la de que se va a reconocer nuestro trabajo, que se nos va a recompensar por lo que hacemos. En la cultura Americana se dice mucho ¿Qué hay en esto para mi? Pero Jesús les dice a sus seguidores que esa maleta, esa balsa de seguridad la Deben dejar atrás. También puede haber temor a lo que uno se encuentre. ¿Qué dificultades va a haber? ¿Qué obstáculos? ¿Qué rechazos? El temor puede paralizar. La confianza siempre libera y deja caminar.

Para la reflexión

¿Qué estoy sintiendo qué me pide Dios para el bien de los demás? ¿Qué seguridades necesitaría? ¿Soy capaz de ir a esa misión a la que Dios me envía sin “maletas”, es decir, sin contar con todas las seguridades que necesitaría? ¿Qué bien se podría lograr si yo realizara esa misión? ¿Estoy dispuesto hacerlo a pesar de todos mis temores a las dificultades y obstáculos?

 

Ser Profeta

¿Qué es ser profeta? Es posible que nos imaginemos a personas que pueden predecir el futuro o hacer cosas extraordinarias. Algo así como los que leen las cartas del Tarot o anuncian el horóscopo; sin embargo, ser profeta de Dios es algo bien distinto y mucho más extraordinario que el hacer todos esos prodigios que parecemos a veces esperar de los profetas. Es más extraordinario, porque es más heroico. Profeta es quien anuncia la palabra y la voluntad de Dios. Es quien cuestiona, desafía, advierte de los errores. Es también quien trae el consuelo y la esperanza de Dios para el pueblo. En general, el profeta es una persona incómoda, porque no siempre lo que dice es bien recibido. Más bien, muy pocas veces es bien recibido. Lo vemos en las lecturas de hoy, en Ezequiel, en Pablo, en el propio Jesús. Profetas, al estilo de Ezequiel, de Pablo y de Jesús, los tenemos constantemente alrededor. Lo difícil es reconocerlos, aceptarlos y escucharlos. Son personas normales, que viven cerca de nosotros pero que, con sus palabras o acciones, nos traen, por un lado la bondad y la Buena Noticia de Dios, y por otro la luz de ver en qué cosas nuestra propia vida no se ajusta a esa bondad y Buena Nueva. Función de los profetas es anunciar y denunciar; y eso a menudo incomoda. Al traer la palabra y el mensaje de Dios a nuestras vidas, muchas veces los profetas nos hacen ver dónde están nuestros errores, grandes o pequeños. Los desvíos en que, sin casi darnos cuenta, hemos caído. También nos desafían a mayores cosas y, posiblemente a algo que, aunque sea muy pequeño, puede ser heroico para nosotros, porque nos obligaría a salir de nosotros mismos, de nuestra comodidad y rutina. Algo como ocuparse más de otro, algo como escuchar las preocupaciones de los demás y ponerlas por delante de las propias. Es verdad que Jesús estaba “fuera de sí”. En el sentido más literal de la palabra, el profeta tiene que estar “fuera de sí”, no loco, sino sabio con la sabiduría de Dios que pide vivir para los demás en lugar de para uno mismo. No es fácil. Tendemos, por la naturaleza humana, a pensar primero en los propios intereses y las propias necesidades. Los profetas, “fuera de sí”, invitan a sacar el centro de nosotros mismos y ponerlo primero en Dios y luego en los demás. No se trata de nada que no hayamos escuchado mil veces en los Diez Mandamientos: “Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma y todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo”; sin embargo, llevarlo a cabo, es lo que resulta extraordinario y heroico, porque pide una consciencia diaria entregada a los demás, y porque exige mucho sacrificio propio. Al invitarnos a salir fuera de nosotros mismos, los profetas nos invitan al mismo tiempo a nuestra profunda identidad cristiana. Como bautizados somos profetas, sacerdotes y reyes. Casi nada. Nos llaman a lo extraordinario dentro de nuestras vidas, que nos pueden resultar “ordinarias”. Ser profeta, es decir, estar “fuera de sí” en la vida normal, tiene un precio. A algunos les parecerá que somos tontos, locos o sin sentido de la vida. A algunos profetas también los han perseguido. Es difícil, pero a todos los profetas se les ha prometido —y cumplido— algo muy especial. Es la palabra del Señor que estará siempre con ellos y pondrá las palabras adecuadas en su boca. No tengan miedo, les dice.

Para la reflexión
¿En qué momentos siento que se me pide mucho? ¿Pongo condiciones para hacerlo? ¿Qué me mueve? ¿Alguna vez me he sentido criticado por hacer lo que pensaba que debía hacer?

¿Que es el perdon verdadero?

Qué es el Perdón Verdadero “Puedo perdonar, pero no olvidar” es sólo otra forma de decir “no voy a perdonar”. Cuando hagas el compromiso de perdonar a otra persona, pide al Señor que te sane completamente del daño que la otra persona causó en tu vida; solo de esta manera podrás perdonar, olvidar y empezar de nuevo. Te comparto una historia Sobre Qué es el Perdón Verdadero Apareció en la CNN la entrevista a una mujer ruandesa, esta mujer se encontraba sentada en torno a una mesa tomando el té con la entrevistadora, quien la presentó como una mujer que había perdido a cinco de sus familiares, pues los habían asesinado, en la contienda entre los Hutus y los Tutsis (dos etnias rivales quienes llevaron a cabo uno de los genocidios más pavorosos del siglo XX) . Al otro lado de la mesa había un hombre, este hombre era el mismo que había cometido el delito; un hombre a quien la mujer ha perdonado y que va todos los viernes a tomar el té a su casa. La entrevistadora asombrada le pregunta a la mujer cómo es posible que pueda haberlo perdonado después de un acto tan atroz, a lo que la mujer ruandesa responde: “Mis familiars han muerto y debo pensar más allá de ello; no perdonar a este hombre sería como volver a vivir su muerte porque perpetuaría aquel crimen…” explica: “el crimen cometido es de una barbarie insoportable, pero no es inhumano porque lo hizo un humano quien ahora siente una pena tremenda; es una pena que debo aceptar”. Viendo yo esto pensaba: “esta mujer tan extraordinaria… es una mujer sencilla, una campesina que entiende dónde está la verdad. sobre el perdón” Aprende a soltar y deja que Dios se encargue del asunto.

“Ve primero a reconciliarte con tu hermano” Mateo 5:20-26

 

Catholic Culture / Cultura Catolica

CELEBREMOS EL:
TIEMPO ORDINARIO
En el Calendario Litúrgico
(P. Antonio Rivero L.C)

Este tiempo se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios Ordinario no significa de poca importancia, anodino, insulso, incoloro. Sencillamente, con este nombre se le quiere distinguir de los “tiempos fuertes”, que son el ciclo de Pascua y el de Navidad con su preparación y su prolongación. Es el tiempo más antiguo de la organización del año cristiano. Y además, ocupa la mayor parte del año: 33 ó 34 semanas, de las 52 que hay. El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres… así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario. Crecer. Crecer. Crecer. El que no crece, se estanca, se enferma y muere. Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas. Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos. ¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto! El Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios, ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor! El espíritu del Tiempo Ordinario queda bien descrito en el prefacio VI dominical de la misa: “En ti vivimos, nos movemos y existimos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos”. Este Tiempo Ordinario se divide como en dos “tandas”. Una primera, desde después de la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma. Y la segunda, desde después de Pentecostés hasta el Adviento. Les invito a aprovechar este Tiempo Ordinario con gran fervor, con esperanza, creciendo en las virtudes teologales. Es tiempo de gracia y salvación. Encontraremos a Dios en cada rincón de nuestro día. Basta tener ojos de fe para descubrirlo, no vivir miopes y encerrados en nuestro egoísmo y problemas. Dios va a pasar por nuestro camino. Y durante este tiempo miremos a ese Cristo apóstol, que desde temprano ora a su Padre, y después durante el día se desvive llevando la salvación a todos, terminando el día rendido a los pies de su Padre, que le consuela y le llena de su infinito amor, de ese amor que al día siguiente nos comunicará a raudales. Si no nos entusiasmamos con el Cristo apóstol, lleno de fuerza, de amor y vigor…¿con quién nos entusiasmaremos? Cristo, déjanos acompañarte durante este Tiempo Ordinario, para que aprendamos de ti a cómo comportarnos con tu Padre, con los demás, con los acontecimientos prósperos o adversos de la vida. Vamos contigo, ¿a quién temeremos? Queremos ser santos para santificar y elevar a nuestro mundo.


What is Ordinary Time?

The rhythm of the liturgical seasons reflects the rhythm of life — with its celebrations of anniversaries and its seasons of quiet growth and maturing. Ordinary Time, meaning ordered or numbered time, is celebrated in two segments: from the Monday following the Baptism of Our Lord up to Ash Wednesday; and from Pentecost Monday to the First Sunday of Advent. This makes it the
largest season of the Liturgical Year. In vestments usually green, the color of hope and growth, the Church counts the thirty-three or thirty-four Sundays of Ordinary Time, inviting her children to meditate upon the whole mystery of Christ – his life, miracles and teachings – in the light
of his Resurrection. If the faithful are to mature in the spiritual life and increase in faith, they must descend the great mountain peaks of Easter and Christmas in order to “pasture” in the vast verdant meadows of tempus per annum, or Ordinary Time. Sunday by Sunday, the Pilgrim Church marks her journey through the tempus per annum as she processes through time

Catholic Culture: Solemnity of the Body and Blood of Christ

The Solemnity of the Most Holy Body and Blood of Christ is also known as the Solemnity of Corpus Christi, which translates from Latin to “Body of Christ.” This feast originated in France in the mid‐thirteenth century and was extended to the whole Church by Pope Urban IV in 1264. It is celebrated on the Thursday following the Trinity Sunday or, as in the USA, on the Sunday following that feast. This feast calls us to focus on two manifestations of the Body of Christ: the Holy Eucharist and the Church. The primary purpose is to focus our attention on the Eucharist. The opening prayer at Mass calls our attention to Jesus’ suffering and death and our worship of Him, especially in the Eucharist. At every Mass our attention is called to the Eucharist and the Real Presence of Christ in it. The secondary focus of this feast is upon the Body of Christ as it is present in the Church. The Church is called the Body of Christ because of the intimate communion which Jesus shares with his disciples. He expresses this in the gospels by using the metaphor of a body in which He is the head. This image helps keep in focus both the unity and the diversity of the Church. The Feast of Corpus Christi is commonly used as an opportunity for public Eucharistic processions, which serves as a sign of common faith and adoration. Our worship of Jesus in His Body and Blood calls us to offer to God our Father a pledge of undivided love and an offering of ourselves to the service of others.

Nuestra Cultura

Nuestra cultura
Parte de un poema del español Jorge Manrique dice que, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor. Sentimos nostalgia de nuestras raíces y nuestra tierra. Siempre hay un antes de dejar nuestro país y un después. Reflexiones para la homilía Los inmigrantes tienen por lo general un fuerte sentido de pérdida; han perdido mucho de lo que querían al dejar atrás casa, familia, amistades y el país propio. Sienten nostalgia de lo anterior y a veces idealizan lo que era aquello y lo comparan con la vida más dura que llevan luego de dejarlo. “Aquí no hay tiempo para las amistades… allá todo el barrio vivía unido… aquí todo es trabajo y trabajo… allá las casas de allá eran más lindas y distintas”. Es verdad que muchos emigraron buscando una vida mejor; pero en realidad, la vida mejor se traduce en oportunidades de educación y trabajo para sus hijos, más que en una vida mejor para ellos. Hoy las lecturas hablan de una vida nueva y distinta, infinitamente mejor que la dejada atrás. Nicodemo pregunta cómo se puede renacer y sobre una vida del espíritu que tiene poco que ver con el lugar donde vivimos o el trabajo que hacemos. Se trata de una nueva creación, donde se alcance la igualdad y la justicia para todos los hijos de Dios. Se trata de una vida nueva en Cristo, que nos libera por su cruz y resurrección de todo lo que nos ata a nuestra vida antigua. Se trata de ser personas nuevas, que viven de cara a Dios y no a nosotros mismos ni a lo que tenemos, el poder que queramos o las posesiones que podamos adquirir. Se trata de una vida que tiene mucha más alegría en Cristo, que ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia. Se nos invita a hacer otra migración, pero esta es espiritual. Es una migración interior. Hacerlo significa simplemente retomar las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás y a todas sus obras vacías y sus promesas, y seguir siempre a Jesús. Es un viaje espiritual de liberación: del egoísmo a la generosidad, de las adicciones a la libertad, de la mentira a la verdad, de la injusticia con nosotros mismos y los demás a la justicia, de la irresponsabilidad en el trabajo y la familia a la responsabilidad por el bien común, de la envidia al reconocimiento de todas las bendiciones que tenemos y al agradecimiento, de la soledad al sentido de comunidad, y de la tristeza al gozo por la vida nueva que se nos ofrece en Cristo.
Para la reflexión
¿Qué ataduras tengo? ¿A qué nueva tierra interior querría ir? ¿Cómo pienso en ese nuevo espacio de libertad? ¿Qué tendría que hacer hoy para dar un paso en esa dirección?

CULTURA CATOLICA

Santa Josefina (Giuseppina) Bakhita
Esclava, religiosa, santa, de origen sudanés. Fiesta: 8 de febrero “Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa”. De su vida no se conocen datos exactos. Se cree que es de Olgossa en Darfur, y que nació en 1869. Vivió su infancia con sus padres, tres hermanos y dos hermanas, una de ellas su gemela. Su vida fue profundamente marcada cuando unos negreros llegaron a Olgossa y capturaron a su hermana. En su biografía escribió: “Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos”. También cuento su propia experiencia al encontrarse con los buscadores de esclavos. Cuando aproximadamente tenía nueve años, paseaba con una amiga por el campo y vimos de pronto aparecer a dos extranjeros, de los cuales uno le dijo a mi amiga: ‘Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino, te alcanzaremos dentro de poco’. El objetivo de ellos era capturarme, por lo que tenían que alejar a mi amiga para que no pudiera dar la alarma. Sin sospechar nada obedecí, como siempre hacia. Cuando estaba en el bosque, me percaté que las dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: ‘Si gritas, morirás! Síguenos!'”. Fueron esos hombres quienes le pusieron el nombre Bakhita sin comprender a donde ella llegaría. Llevaron a Bakhita a El Obeid donde fue vendida a cinco distintos amos en el mercado de esclavos. Intentó escapar, pero sin éxito. Su cuarto amo fue el peor en sus humillaciones y torturas. Cuando tenía unos 13 años fue tatuada, le realizaron 114 incisiones y para evitar infecciones le colocaron sal durante un mes. Ella cuenta en su biografía: “Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal”. El comerciante italiano Calixto Leganini compró a Bakhita en 1882.Era el quinto amo. Ella escribe: “Esta vez fui realmente afortunada porque el nuevo patrón era un hombre bueno y me gustaba. No fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad”. Mucho le costó escribir su autobiografía en 1910, la cual fue publicada en 1930. En 1929 se le ordena ir a Venecia a contar la historia de su vida. Luego de la publicación de sus memorias, se hizo muy conocida y viajaba por toda Italia dando conferencias y recogiendo fondos para su congregación. Aunque la salud de Bakhita se fue debilitando hacia sus últimos años y quedó con mucho dolor en silla de ruedas, no dejó de viajar. Falleció el 8 de febrero de 1947 en Schio, siendo sus últimas palabras: “Madonna! Madonna!” Miles de personas fueron a darle el último adiós, expresando así el respeto y admiración que sentían hacia ella. Fue velada por tres días, durante los cuales, según cuenta la gente, sus articulaciones aún permanecían calientes y las madres cogían su mano para colocarla sobre la cabeza de sus hijos. Josefina se recuerda con veneración en Schio como “Nostra Madre Moretta”. Sus restos incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la la iglesia del convento de Schio, Italia. Bakhita fué canonizada por S.S. Juan Pablo II el 1 de octubre del 2000. La historia de Bakhita es la de un continente. Ella sufrió graves males en manos de algunos cristianos pero su corazón no se cerró. Supo perdonar a los que la ultrajaron y descubrir que aquellos agravios, aunque cometidos por cristianos, son contrarios al camino de Jesús. Gracias a las religiosas encontró el verdadero rostro de Cristo y entró en Su Iglesia. Nada, ni los malos ejemplos, nos puede apartar del amor de Dios cuando le permitimos reinar en nuestro corazón. Bakhita nos deja este maravilloso testamento de perdón por amor a Cristo: “Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa”. El Papa la llamó “Nuestra Hermana Universal”.

Listening to God / Escuchando a Dios

Listening to God

Once more we stand with John the Baptist and learn from what he does. Watching Jesus walk by, he says to two of his disciples, “Behold, the Lamb of God.” And “the two disciples heard what he said and followed Jesus” (John 1:36–37). One was Andrew, who, in turn, goes to his brother Simon and brings him to Jesus. And Jesus gives him a new name, Cephas, which means “rock.”

A new life begins for Andrew and Simon, and most likely for the other disciple as well, possibly either James or John (both were fishermen with Peter and Andrew). It was clear to Jesus that they were searching for something: “What are you looking for?” They answered, “Teacher, where are you staying?” implying that it was going to take more than a few minutes to answer that question. Jesus took them in immediately: “Come, and you will see . . . And they stayed with him that day” (John 1:38–39).

As we return to Ordinary Time, which comes from the Latin ordo (“numbered”), we count the weeks off by numbers: Second Sunday, Third Sunday, and so on. But “ordinary time” is lived in a world touched by God’s grace. God continues to come into our lives, if we would notice.

Like John pointing out Jesus to his two disciples, the old priest Eli helps Samuel to understand that the Lord is entering the boy’s life and tells him to respond, “Speak, Lord, for your servant is listening” (1 Samuel 3:9). We bring each other to God, to Jesus Christ, by being attentive to how God is at work among us. God continues to work through each of us, and that is what makes “ordinary time” continuously extraordinary.

Living God’s Word

Our prayer can be full of words, giving voice to our plans, our needs, our desires. We can bring a lot of “help, help, help” or “gimme, gimme, gimme” to prayer. Try just listening.


Escuchando a Dios

Una vez más estamos en la compañía de Juan el Bautista y aprendemos de lo que él hace. Al ver pasar a Jesús le dice a dos de sus discípulos: “Éste es el Cordero de Dios”. Y “los dos discípulos le oyeron decir esto, y siguieron a Jesús” (Juan 1:36–37). Uno era Andrés, que luego va a ver a su hermano Simón y lo trae a Jesús. Y Jesús le da un nombre nuevo, Cefas, es decir, Pedro o “piedra”.

Una vida nueva comienza para Andrés y Simón, y probablemente para el otro discípulo también, que posiblemente fuera Santiago o Juan (ambos eran pescadores con Pedro y Andrés). A Jesús le quedaba claro que ellos buscaban algo: “¿Qué buscan?” Ellos contestaron: “Maestro, ¿dónde vives?” implicando que contestar la pregunta de Jesús iba a tomar más que unos pocos minutos. Jesús aprovecha la oportunidad inmediatamente: “Vengan y lo verán… Y pasaron aquel día con él” (Juan 1:38–39).

Al regresar al tiempo ordinario, vocablo que viene del latín ordo (“numerado”), contamos las semanas con los números: segundo domingo, tercer domingo y así sucesivamente. Pero el “tiempo ordinario” se vive en un mundo que Dios ha tocado con su gracia. Si ponemos atención veremos que Dios continúa viniendo a nuestra vida.

Igual que Juan le señala a Jesús a los dos discípulos, el anciano sacerdote Elí ayuda a Samuel a entender que el Señor quiere entrar en la vida del muchacho y le aconseja responder: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (1 Samuel 3:9). Nosotros nos llevamos unos a otros a Dios, a Jesucristo, cuando ponemos atención a cómo Dios está obrando en medio de nosotros. Dios continúa obrando a través de nosotros y eso hace que el “tiempo ordinario” sea continuamente extraordinario.

Vivamos la Palabra de Dios

Nuestra oración puede estar llena de palabras, verbalizando nuestros planes, nuestras necesidades y nuestros deseos. Podemos llevar a la oración un sinfín de “ayúdame, ayúdame, ayúdame” o de “dame, dame, dame”. Mejor trata de escuchar.

 

Acoger Al Hermano Es Acoger A Jesus / Welcoming A Person Is Welcoming Jesus

Acoger al hermano es

Acoger a Jesús

La primera lectura de este domingo nos cuenta la historia de una mujer que hizo sitio en su casa para acoger a un caminante. No se dice que la mujer supiese que era un profeta. Eliseo simplemente pasaba por allí. La mujer le ofrece lo que tiene: un cuarto para descansar y comida para reponer las fuerzas. La ley de la hospitalidad es una antigua en muchas culturas y también en la cultura hispana. Es un valor que no hay que perder sino cultivar y reforzar.

Las palabras de Jesús en el Evangelio nos dan la razón profunda por la que la hospitalidad se convierte, para el cristiano, en algo más que una norma o tradición. Jesús nos dice que recibir al que se acerca a nosotros, abrirle nuestra casa y nuestra amistad, es como recibirle a Él; esa es la clave. Jesús mismo es el que pasa por delante de nuestra puerta y nuestra vida. Jesús es quien nos llama y nos pide albergue.

En nuestro mundo, la hospitalidad se está perdiendo. Vemos a los otros, los desconocidos —que son la inmensa mayoría— como una amenaza a nuestra tranquilidad y nuestra paz. Los periódicos están llenos de noticias de asesinatos, robos y otras fechorías. La televisión nos trae imágenes alarmantes casi a diario. Todo contribuye a crear un ambiente en el que desconfiar del desconocido que se nos acerca es lo más natural. Valoramos mucho —quizá demasiado— nuestra seguridad, nuestra paz, nuestras cosas. Terminamos comprando alarmas y armas para protegernos, y poniendo vallas alrededor de nuestras casas. Las naciones hacen lo mismo; se refuerzan las fronteras y los ejércitos se arman hasta los dientes. No nos damos cuenta de que así no hacemos más que evidenciar nuestra propia inseguridad y, al final, provocar más violencia. De algún modo, nos parecemos a los animales que atacan porque tienen miedo.

Jesús nos invita a no vivir tan centrados en nosotros; a eso se refiere cuando dice que debemos “perder nuestra vida”. Jesús nos pide que dejemos de mirarnos a la punta de nuestra nariz, a nuestros problemas, y abramos la mano al vecino, aunque piense diferente o sea de otra raza, lengua o religión. Nos encontraremos con una persona, con problemas parecidos a los nuestros, y descubriremos que juntos podemos ser más felices que separados por barreras y con armas. Desde nuestra fe, sabemos que la persona que tenemos enfrente, por amenazador o diferente que parezca, es nuestro hermano; es Cristo mismo. ¿Le esperaremos con un arma en la mano?

Para la reflexión

¿Estoy abierto al diálogo y al encuentro con los demás? ¿Me siente amenazado por los que son diferentes de mí o piensan de otra manera? ¿Qué me dice Jesús en el Evangelio? ¿Qué actitudes tengo que cambiar para actuar como cristiano?


Welcoming a Person Is

Welcoming Jesus

The first reading of this Sunday tells the story of a woman who made room in her house to welcome a traveler. It is not said that the woman knew that he was a prophet. Elisha simply passed by The woman offers what she has: a room to rest and food to replenish his strength. The law of hospitality is an ancient one in many cultures and also in the Hispanic culture. It is a value that should not be lost but one to cultivate and strengthen.

The words of Jesus in the Gospel give us the profound reason why hospitality becomes, for the Christian, something more than just a norm or a tradition. Jesus tells us that receiving the one who comes to us, opening our home and providing our friendship, is like receiving Him; that is the key. Jesus himself is the one who passes before our door and our life. Jesus is the one who calls us and asks us for shelter.

In our world, hospitality is being lost. We see the others, the strangers— who are the vast majority—as a threat to our tranquility and to our peace. Newspapers are full of news of murders, robberies, and other wrongdoings. Television brings us disturbing images almost daily. Everything contributes to create an environment in which distrust of the stranger who approaches us seems the most natural thing to do. We greatly value—perhaps too much—our security, our peace, and our things. We end up buying alarms and weapons to protect ourselves, and putting fences around our homes. Nations do the same; the borders are reinforced and the armies are armed to the teeth. We do not realize that this way, we do nothing more than expose our own insecurity; and, in the end, provoke more violence. In some way, we resemble the animals that attack because they are afraid.

Jesus invites us not to live so self-centered; that is what it means when he says that we must “lose our life.” Jesus asks us to look beyond the tip of our nose, our problems, and extend a helping hand to our neighbor, even if he thinks differently or is from another race, speaks another language or practices a different religion. We will meet a person with problems similar to ours, and we will discover that together we can be happier than separated by barriers and weapons. From our faith, we know that the person we have in before us, however menacing or different that seems, is our brother; he is Christ himself. Will we wait for him with a gun in our hand.

For Reflection

Am I open to dialogue and to encounter others? Do I feel threatened by those who are different from me or think differently? What does Jesus tell me in the Gospel? What attitudes do I have to change to act as a Christian?